Todo viaje debería dejar una sensación honda, positiva y duradera. Recuerdos que nos arranquen una sonrisa de por vida. Un sentimiento de felicidad que centellee en nuestra memoria como el resplandor de mil estrellas. Pero, este no es siempre el caso. A veces, durante el trajín del viaje perdemos el rumbo, cometemos errores, caemos en la desidia o no sabemos cómo disfrutar la aventura.
En este artículo te mostramos algunos comportamientos y situaciones a las que debes estar atento para evitar penalidades y miserias. También repasaremos comportamientos que pueden desfigurar tu viaje mochilero y malograr tus memorias.
Estar pegado a la pantalla del móvil
Uno de los comportamientos más habituales que vemos hoy en día entre los mochileros es la incapacidad de soltar el teléfono móvil. Siempre hay una excusa para mirarlo. Es curioso ver como hay gente que paga miles de euros para disfrutar los atardeceres anaranjados de Bali, pero cuando se sientan en la silla playera no pueden resistir la tentación de preguntar a Google: ¿atardeceres más bonitos en el mundo? Para cuando levantan la cabeza el resplandor cobrizo del sol se hunde en el océano.
Viajar puede ayudarnos a desconectar de nuestra rutina, a conocer gente y vivir experiencias únicas. La mejor manera de conseguirlo es ignorando el móvil. Solo así disfrutarás de tu viaje al 100%. Apaga el móvil, olvídalo en el hotel, no contestes las llamadas. Se egoísta. Tu aventura es tuya y no de tu prima la que se empeña en mantener una video conferencia mientras paseas por Katmandú.
Pasarse con el equipaje
Hay una regla de oro que debes aplicar cuando preparas el equipaje: Lleva solo lo que necesitas y vas a usar. Si no estás seguro, déjalo. Ya lo compraras si lo necesitas. Depende de tu destino, pero en un mundo tan globalizado se puede comprar casi todo en casi todas partes. Por supuesto, si usas un 47 de pie puede que tengas problemas para encontrar sandalias en Goa. Te lo digo por experiencia.
¿Qué llevar en la mochila a un viaje mochilero?
Pasarte de sobrepeso te dará problemas con las aerolíneas. Y si pillas con una azafata demasiado estricta, puede que acabes pagando una fortuna por el sobrepeso, o viajando con 2 chaquetas y dos pantalones en el avión. Conviértete en un ninja de aeropuerto, de esos que entran y salen sin pasar por la cinta de recogida de equipaje.
Llevar demasiado peso limita nuestros movimientos. Un viajero debería ser capaz de manejar la maleta o mochila como si fuese una extensión de su cuerpo, con la que podemos correr, subir escaleras, montarnos en autobuses, atravesar caminos mal pavimentados y un largo etc.
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Ignorar las señales de peligro
Mantenerse seguro es el primer mandamiento del viajero mochilero. La mayoría de los destinos son seguros, pero es sabido que el demonio mete el rabo donde no le entran las manos. Debemos estar siempre atentos, porque nadie quiere problemas durante su viaje, ni tener que batirse contra villanos, animales, enfermedades o elementos.
Cuando llegamos a un nuevo destino, nuestros sentidos se verán desbordados por nuevos olores, colores, sonidos, sabores, etc. No bajes la guardia. Utiliza el sentido común, escucha los consejos de los locales (pregunta en el albergue), no ignores cualquier señal de peligro y no te conviertas en un objetivo. Al principio esto puede ser cansino, pero con el tiempo desarrollaremos un sexto sentido, una especie de antivirus que escanea amenazas de modo automático. Yo lo llamo inteligencia viajera, otros lo llaman experiencia, y mi sargento, que era un trotamundos, lo llamaba «tener el culo pelao».
También puedes leer este artículo con toda la información que necesitas para mantenerte seguro y evitar problemas en tus viajes: Consejos de seguridad para mochileros
Viajar sin seguro de viajes
Gastar dinero en seguro de viajes es uno de esos males menores que tenemos que aceptar cuando salimos de viaje. Los seguros de viaje no son baratos y si vas a mochilear durante mucho tiempo puede que te tiemble la mano a la hora de pagarlo. No hay más remedio. Nunca se sabe lo que puede pasar y nadie quiere gastarse una fortuna en hospitales por un tropiezo o una broma del destino. He visto gente pagar facturas de 5 dólares por una consulta con el traumatólogo, pero también he visto pagar 1000 dólares por un esguince. No te arriesgues porque no merece la pena.
Lo importante es que leas la letra pequeña y te asegures de que tu seguro cubre tu tipo de viaje, tu equipamiento y las actividades que tienes pensadas. Hacer equilibrios sin red es igual de peligroso que hacerlo con una red llena de agujeros. Lee la letra pequeña.
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IATI TRAVEL INSURANCEMenospreciar otras formas de entender la vida
Dependiendo de tu destino, el shock cultural suele ser uno de los efectos más inmediatos del viaje. Hay comportamientos que no comprendemos, gestos que nos rechinan, y tradiciones que nos parecen cavernícolas. Nadie intenta que cambies tus raíces morales, pero tampoco seas un roble rígido y altivo, sino un abeto flexible que se adapta a cualquier tipo de suelo y ambiente. Todo viaje debería suponer un intercambio cultural, un enriquecimiento vital y un aprendizaje mutuo, siempre basado en el respeto y la tolerancia.
Se me ocurren muchos ejemplos relacionados con la religión, ética y moral, pero permíteme exponer un ejemplo mucho más simple y menos polémico. Los británicos mantienen la derecha en las escaleras mecánicas mientras que el lado izquierdo se mantiene libre para los que llevan prisa, pero en Kuala Lumpur, al igual que en otros países, lo hacen al revés. No seas el “colonialista” engreído que bloquea la escalera por falta de respeto. Una vez vi a un británico haciéndolo y se llevó unos cuantos insultos en malayo y un par en inglés. Se un viajero, no un idiota. Y si no quieres meter la pata demasiado, nunca está de más investigar sobre la cultura y costumbres de tu destino.
Consejos para superar el choque cultural en tus viajes
No interactuar con otros viajeros
Cada día más viajeros parten en solitario en busca de la aventura. Lo hacen sabiendo que los caminos están llenos de trotamundos con los que compartir aventuras y recuerdos de viaje. Viajar solo no significa estar solo. Y en muchas ocasiones recordamos el lugar visitado con tanta intensidad como la gente con quien lo visitamos. Hacer amigos es muy fácil, un simple saludo o una sonrisa honesta suelen ser suficiente para entablar una conversación, y quien sabe, conocer un futuro compañero de viaje.
Viajar solo tiene sus ventajas y si prefieres que tus pasos retumben en el eco de la profunda soledad me parece perfecto, pero se practico. No pierdas la oportunidad de intercambiar información útil con otros viajeros, ya sea en la cafetería del albergue o en una gasolinera perdida en medio de Tailandia. Ni tú, ni Google, ni las guías de viaje lo saben todo, y estos viajeros puede que vengan de ese destino al que te diriges. Estas conversaciones espontáneas pueden influenciar tu rumbo, ahorrarte dinero y librarte de algún disgusto.
Si viajas con amigos, no perdáis la oportunidad de conocer a otros viajeros, abriros a una nueva amistad, adoptar un nuevo compañero para jugar a las cartas o con el que dividir el coste de hoteles.
14 consejos para hacer amigos en los viajes
Salirse del presupuesto
Uno de los mayores quebraderos de cabeza que tenemos los mochileros es mantenernos dentro del presupuesto. El paraíso se ha revalorizado y muchas veces nos encontramos con precios que no esperábamos. La globalización y la tentación ha llegado a casi todos los países. Y te puedes tomar una tostada con mantequilla y mermelada en una silla playera bajo un ventilador renqueante, o probar una tostada de aguacate y salmón en una cafetería con sofás mullidos, aire acondicionado e internet ultra rápido. El dilema está servido. Viajar nunca ha sido tan cómodo ni tan caro como hoy en día.
A parte del transporte, comida y alojamiento, una gran parte del presupuesto se va en las atracciones turísticas principales. Si quieres hacer submarinismo, visitar parques nacionales o hacer senderismo por los Andes, entérate de los precios de antemano porque no es barato. No hay nada tan frustrante como llegar a un destino con el que has soñado toda la vida y que no te puedas permitir disfrutarlo al máximo. Planifica tu presupuesto e investiga sobre tu destino en páginas web o fórums actualizados.
¿Eres un mochilero o un flashpacker?
Planificar hasta el último detalle
En la mayoría de los casos, el miedo a lo desconocido o la falta de experiencia hace que algunos viajeros planeen su viaje con rigidez. Antes de partir ya tienen los hoteles reservados, todos los billetes comprados, las excursiones diarias planeadas al detalle y han revisado el pronóstico del tiempo, día por día, para todo el mes.
Un viaje de un par de semanas puede mantenerse firme sobre los raíles del destino, pero un viaje mochilero, que puede durar meses, debería permitirnos dar volantazos, hacer derrapes y cambiar de sentido cuando nos apetezca.
Movernos por el mundo sin hoja de ruta puede producirnos algo de ansiedad al principio, pero con el tiempo descubrirás que los imprevistos son parte de la aventura y que las posibilidades de un viaje no se pueden escribir de antemano. Tener una idea de los lugares que quieres visitar es un buen punto de partida, pero deja que los detalles más específicos se desarrollen con espontaneidad y la aventura tome su curso más natural.
Mantenerse en el circuito turístico
Las agencias de turismo y las guías turísticas han encogido el mundo. Nos dicen a donde y como viajar. Nos prometen la mejor experiencia posible y todos apostamos a lo seguro. Nadie quiere echar un órdago a pequeña.
Pocos osan a explorar más allá de esa colina donde hemos visto el amanecer con un tour turístico. Esa es la diferencia entre un viajero y un aventurero. Esa fue la diferencia entre Speke, el descubridor de las fuentes del Nilo, y su compañero Burton que se quedó a pocos kilómetros.
En muchos casos salirse de la ruta mochilera supone viajar en solitario, sin la protección de la manada, sin ese banderín colorido que precede el tour en la distancia. No digo que esquives Machu Picchu, sino que no tengas miedo a explorar nuevas rutas. A coger un autobús de línea donde todos hablan en quechua y que la suerte decida.
Te aseguro que aún hay muchos lugares donde el turismo no ha llegado, y el calor de la gente emana del corazón. Las sonrisas son menos forzadas, las conversaciones surgen de la curiosidad, la comida es más auténtica, el escenario está menos retocado y los amaneceres son gratis.
Querer ver demasiados lugares
En muchas ocasiones el tiempo para viajar es limitado y tenemos que aprovechar al máximo esas vacaciones con las que tanto hemos soñado. Ya viajemos una semana por España, o tres meses por India, queremos verlo todo y hacerlo todo. Ideamos una ruta donde la cantidad es más importante que la calidad. Tenemos prisa y vemos nuestro destino como un bufete donde empacharse. Una dieta que con el tiempo resultara cansina y pesada. En mi opinión, viajar debería ser una experiencia memorable, un banquete para disfrutar, de esos de café, puro y copa.
Recorrer un país a mata caballo nos dejará con una sensación de vacío, una frustración que se torna remordimiento por haber degustado más monumentos que experiencias, por no haber tenido tiempo de ver la vida pasar desde un banco en el parque, o por haber cerrado los ojos ante pequeñas perlas que no estaban en nuestro itinerario. En muchos casos partiremos con la gloria de haberlo visto todo, con la pena de no haberlo disfrutado más y con la promesa de volver otra vez para visitarlo con menos prisa.
Lo cierto es que cada uno viaja a su ritmo, según sus preferencias, pero a la hora de plantearte el viaje, ten en cuenta las distancias, las horas de viaje y el tipo de transporte. Después de viajar 24 horas dando tumbos en un todoterreno no salgas corriendo a hacer senderismo por los Himalayas. Deja espacios libres en tu calendario para digerir lo viajado.
Ahogarse en un vaso de agua
La aventura es la aventura y como tal viene con imprevistos, situaciones complicadas y momentos que pueden arruinar nuestro viaje. Dime si te suena familiar alguno de estos: perder el pasaporte, que te roben la mochila, que no te dejen volar a un país, torcerse un tobillo en medio de los Andes, o que por culpa de una avalancha tengas que dormir debajo de un todoterreno. Se me ocurren mil ejemplos más pero el quid de la cuestión no es tanto el problema sino cómo reaccionamos ante él.
En una ocasión, a un compañero de viaje le robaron la mochila en el albergue. Se enfadó tanto que empezó a pegar puñetazos a las paredes, perdió el control y se cayó por las escaleras. Todo acabó con una mano y un tobillo escayolado. Ese fue el fin de su viaje y al volver a casa, el seguro pagó por su mochila. ¿Cuál es la moraleja de la historia?
Antes de partir, piensa en el peor de los escenarios y blindate en la medida de lo posible. Pon cortafuegos para minimizar los daños:
- Guarda copias de tus documentos más importantes en la nube
- No viajes con mucho dinero en efectivo
- Haz copias de tus fotos
- No guardes todo el dinero en el mismo lugar
- Ten dos tarjetas de banco distintas
- Contrata un seguro de viajes
- Asegurate de que tu vida no dependa del teléfono móvil. Recuerda contraseñas, teléfonos importantes, etc
- Lleva un pequeño botiquín
- Repasa los requerimientos de entrada y salida de cada país (no dejes que tu visa caduque)
Viajar nos saca de nuestra zona de confort y te pondrá en situaciones límite. Aprovecha estas experiencias para evaluar tus comportamiento, elevar tu autoestima, y saber de qué madera estás hecho. No desesperes, analiza la situación, busca soluciones y, sobre todo, no “pegues puñetazos a las paredes”.