18 cosas que nadie te cuenta sobre viajar

Entre el glamur y la pompa del viajero también podemos encontrar momentos de fatiga e incomodidades.

Horas interminables en aviones.

Pérdidas de pasaportes e imprevistos varios.

Problemas estomacales.

Etc, etc, etc…

A menudo se nos presenta el viaje a través de las lentes de la emoción y la maravilla, pero tras el brillo de las fotos en Instagram hay también un lado oscuro.

Todo viaje consiste en una amalgama de momentos gloriosos y desafiantes. Situaciones “Yin Yang” que convierten todo viaje en una experiencia tan rica como compleja.

En este artículo nos aventuramos a la parte menos conocida del viajar, esos pequeños matices que pocas veces compartimos en nuestras narrativas de ensueño, y que haberlos haylos.

1. Viajar cansa

Hay muchos viajeros que necesitan vacaciones después de viajar durante meses.

¿Cómo es eso posible?

Largas caminatas, noches sin dormir, continuas horas de viaje, inclemencias del clima y agotamiento acumulado son las principales causas.

Que nadie te engañe.

Viajar es extenuante. Aun así, el viajero siempre encuentra la fuerza interior para dar un paso más.

2. La aventura es adictiva

Viajar es adictivo, pero tranquilo, no todos los viajeros sufren sus efectos.

Si estás enganchado seguro que sabes a lo que me refiero.

La rutina diaria se vuelve una prisión; las historias de otros viajeros, o las fotografías de lugares remotos se convierten en tentaciones irresistibles; y cada nuevo destino es una nueva dosis de emoción, de adrenalina, un hechizo que no se puede romper.

La adicción al viaje no se trata solo de visitar lugares exóticos, sino también de la búsqueda constante de la libertad, la autenticidad y el autodescubrimiento.

Por eso, para muchos viajeros, esta adicción supone un viaje sin retorno. Una travesía sin fin.

3. Extrañarás lo cotidiano

En medio de la emoción por lo desconocido, surge la añoranza por lo familiar.

Pequeños lapsos en los que el baño conocido, la cama propia y la comida reconfortante se convierten en tesoros añorados.

Puede que te suceda al mes de viaje o a los tres meses, pero estos momentos de flaqueza nos suceden a todos. Yo suelo echar de menos el café del bar de la esquina. Da igual que esté en una plantación cafetalera en Guatemala, Kenia o Brasil, al final siempre diré: como el café del Manolo no hay ninguno.

Y no deja de ser interesante que tengamos que irnos a la otra punta del mundo para que lo cotidiano cobre un valor. ¿Verdad?

4. Sufrirás de síndrome postvacacional

El regreso de un viaje no es tan idílico como muchos esperan.

Los primeros días acogemos lo familiar con entusiasmo, nos reencontramos con amigos o familiares, y nuestras historias mantienen vivos los últimos rescoldos del viaje.

Pero inevitablemente, las maletas se guardan y la rutina diaria se instala en nuestras vida.

Echamos de menos la libertad, y aquel mundo sin fronteras que un día pateamos, se deshincha con cada paso que damos. La nostalgia se apodera de nuestra alma y el síndrome postvacacional pesa en nuestra vida como si alguien nos hubiese metido una roca en la mochila.  

Pero poco a poco, las experiencias se vuelven lecciones, nos acostumbramos a nuestro nuevo ritmo de vida, al peso de la vida; y poco a poco las semillas de futuros viajes empiezan a germinar en nuestro interior.

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5. No todo lo que ves es idílico

En el camino de la exploración también te toparás con realidades complicadas. Visitarás lugares marcados por desafíos y desigualdades.

India es el mejor ejemplo. Sus templos y cultura milenaria son únicas, pero no todo el visitante encuentra una perspectiva equilibrada. Por eso, muchos odian india y otros la aman.

Estos destinos, aunque son duros de tragar, nos ofrecen una ventana abierta al mundo real donde la belleza y la complejidad coexisten en cada rincón.

Recuerda que curtirse como viajero requiere visitar semejantes destinos y abrazar tanto las maravillas como los desafíos que cada lugar ofrece.

6. Algunos destinos están infravalorados

Algunos destinos no sobreviven al bombo y platillo que se les dan. Venden una ilusión que nada tiene que ver con la realidad. Y cuando llegas se te cae el castillo de cartas…

Déjame poner las cartas sobre la mesa.

Yo odié las playas de Bali.

Llegué allí con la promesa de playas idílicas para encontrarme con aguas rocosas donde nadar era imposible.

Para evitar estas desilusiones hay dos opciones. La primera es investigar el destino de antemano para evitar decepciones, o la segunda, mi favorita, no mirar nada para evitar nociones preconcebidas.

¿Cuál es la tuya?

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7. Perder el pasaporte es un gran problema

Una de tus pertenencias más valiosas cuando estás viajando es el pasaporte.

Si lo pierdes o se daña vas a tener problemas y puede que tenga un gran impacto en tu viaje, itinerario y finanzas.

En mi último viaje se me mojó y mi cara se tornó azul en el pasaporte.

El proceso para conseguir uno nuevo tardó una semana durante la cual pude seguir viajando por el país sin apenas cambios de rutas. Al regresar a la capital allí estaba mi pasaporte nuevo.

Otros viajeros son menos afortunados y perder el pasaporte les obliga a cancelar vuelos, reorganizar itinerarios e, incluso, la imposibilidad de salir del país durante unos días.

Para evitar males mayores, lleva una segunda forma de identificación como el DNI y ten una foto escaneada del pasaporte almacenada en el teléfono o en la nube.

8. Tendrás imprevistos

Los imprevistos son nuestros compañeros de viaje más molestos. Nunca sabes cuando van a aparecer para darte una sorpresilla y desbaratar tus planes.

Hablo de cancelaciones de vuelos, desastres naturales, pérdidas de equipajes o una simple lesión de tobillo que pondrá a prueba tu resistencia.

Estos desafíos inesperados generan estrés, pero también son una oportunidad para demostrar nuestra capacidad de adaptación e improvisación.

Recíbelos con una sonrisa y mentalidad abierta porque te darán lecciones de resiliencia. Sin duda darán color a tu aventura y te convertirán en mejor viajero.

Yo lo llamo «viajero con galones» y otros lo llaman «viajeros experimentados».

Aun así, independientemente de tu nivel de «profesionalidad», para evitar males mayores, yo siempre recomiendo viajar con un seguro de viaje.

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9. Te pondrás la misma ropa dos días seguidos

Ser viajero significa tomar decisiones prácticas. Hay dos opciones: Llevar 30 kilos de equipaje a la espalda o ponerte la misma camiseta un par de días seguidos. Tu eliges.

No estoy hablando de descuidar nuestra higiene personal sino de abrazar el lado más pragmático del viajero.

Viajar requiere ser versátil y creativo. A veces, encontrarás lavanderías, pero en muchas ocasiones tendrás que lavar la ropa en el lavabo. Más de una vez tendrás que colgar la toalla de la mochila para que se seque al viento, y otras tantas tendrás que secar los calcetines con el secador.  

Y si te toca volver a poner los mismos calcetines dos días, pues te los pones. Tómatelo como una oportunidad para conectar con la esencia simple y sin complicaciones del viaje.

10. Tendrás que hacer la maleta todos los días

Durante tus viajes el ritual de hacer la maleta se convertirá en una rutina ineludible.

Y después de media docena de hoteles y varios albergues la organización y la eficiencia se volverán tu segunda natura.

Y aunque puede parecer algo tedioso, con el tiempo lo podrás hacer con los ojos cerrados. Mejor dicho, no cierres los ojos, porque seguro que te dejarás el cable del cargador en el cajón o el pasaporte debajo de la almohada.

11. Cada alojamiento es un mundo

Elegir el mejor alojamiento puede ser una decisión tan complicada como fortuita.

Cada hotel o albergue tiene su propia personalidad, desde la hospitalidad de los empleados hasta las instalaciones.

Pero también hay circunstancias temporales que pueden afectar nuestra estancia como construcciones en el vecindario, o un compañero de dormitorio que ronca como un volcán.

La diversidad es parte de la experiencia y te enseñará a adaptarte a todo tipo de escenarios y situaciones.

Por suerte, el sistema de reseñas de plataformas de reservas como Booking o Hostelworld nos ayudan a tomar decisiones un poco más informadas a través de las experiencias de otros viajeros.

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12. Los vuelos más baratos no siempre son convenientes

El precio de los vuelos suele hacernos un agujero en el bolsillo. Por eso, en la caza para encontrar los más económicos, a veces sacrificamos la conveniencia por la comodidad.

Optamos por escalas largas, horarios incómodos y aeropuertos alejados del centro de la ciudad. Al final acabamos pasando noches en vela en terminales de aeropuertos, llegamos agotados a nuestros destinos y , paradójicamente, puede que lo que nos hemos ahorrado en el vuelo lo paguemos en taxis costosos.

Y no solo eso, sino que tanto desafío puede desvirtuar nuestra aventura y tener un gran impacto en nuestro estado físico y mental.

Ante tal realidad, hay que sopesar los inconvenientes y buscar un equilibrio entre calidad y precio. Recuerda que no vale todo con tal de ahorrarse unos dineros.

13. Viajar en grupo o pareja puede ser complicado

Mantener la armonía de un grupo de viajeros puede ser más complicado de lo que parece.

Piensa que cada uno tiene sus prioridades, preferencias y limitaciones, que, sin duda, tarde o temprano demandarán.

Y aquí es, cuando la cohesión inicial sufrirá tirones y aparecen los jirones.

Viajar en grupo o en pareja desgasta. Siempre habrá momentos de roce. Momentos en los que hubieras preferido viajar en solitario. Por eso, los viajes pueden ser la prueba de fuego para muchas parejas.

Hace ya años, cuando mi jefe decidió dar la vuelta al mundo con una chica que acababa de conocer lo hizo con una finalidad en mente. «Si sobrevivimos a este viaje, me caso con ella», siempre decía él. Feliz final: veinte años después, siguen casados.

14. No te sacarás fotos a solas

En la era de las redes sociales capturar un momento íntimo se ha convertido en un desafío.

Todos buscamos la foto perfecta. Esa foto que enmarcamos o colgamos en nuestro perfil de Instagram. Lo que nadie te cuenta es que ese momento inmortalizado no representa la realidad.

Ya estes en los canales de Venecia, en la Conchinchina o en la cima del monte Kinabalu, tendrás otros turistas observando tus poses y esperando su turno para sonreír a la cámara.

Y si no me crees, prueba a sacarte una foto a solas en Machu Picchu o en el Taj Mahal.

15. Pasar frio, hambre e incomodidades

La búsqueda de destinos inexplorados nos llevará a lugares donde los lujos brillan por su ausencia.

Esta es una de las realidades que es común tanto para los viajeros más intrépidos como para los visitantes de ciudades y monumentos.

Puede que hayas tenido que dormir en medio de la carretera debajo de un Land Rover en la estepa rusa, comer un huevo duro con pirañas en medio del amazonas, o pasear helado de frío y empapado por la torre de Londres.

Pero como dice el dicho: “sarna con gusto no pica”.

Y los viajeros aceptan estas vicisitudes como parte de la aventura. Momentos para recordar y lecciones que nos hacen apreciar las comodidades que disfrutamos en nuestro día a día.

16. Los trenes no esperan

Cuando viajas la puntualidad se convierte en un imperativo. Cada minuto cuenta y una vez que el barco iza anclas ya no espera. Y los mismo sucede con los trenes, autobuses o aviones.

Llegar tarde puede significar perder una conexión vital, arruinar tu itinerario, perderse una atracción con la que tanto habías soñado, o tener que comprar otro billete. Y al precio que están, mejor llegar pronto. ¿No te parece?

No digo que viajes como Phileas Fogg durante su reto alrededor del mundo, pero ten presente que ser puntual es una habilidad esencial en todo viajero.

17. Hay gastronomías que no te gustarán

Explorar nuevas gastronomías puede ser tan emocionante como visitar templos milenarios.

Sentarse a comer es uno de los momentos importantes de todo viaje. A veces lo harás en restaurantes de muchos tenedores y otras en sillas playeras de un puesto callejero. A veces no sabrás lo que estás pidiendo y otras estarás cansado de la simpleza culinaria de tu destino.

Lo que nadie te ha contado es que a veces ni tu paladar ni tu estómago apreciarán la gastronomía local.  

Incluso, la excentricidad de algunos ingredientes o comidas pueden poner a prueba tu límites culinarios. Después de todo no todos estamos dispuestos a comer grillos crujientes en su punto con salsa picante…

18. Salirse del itinerario tiene sus recompensas

No todos los viajeros improvisan nuevas rutas en sus viajes. En su lugar siguen los consejos de la guía de viaje, del grupo de Facebook de turno, o de algún video que ven en YouTube.

Estos itinerarios son apuestas seguras. Un camino ya pavimentado por donde la mayoría de los viajeros viajan sin dificultades. A la derecha está la torre de Londres, a la izquierda el Big Ben, y más adelante Camden Town.

No digo que no visites estos puntos principales, pero si tienes tiempo, piérdete por los barrios menos turísticos o visita los mercadillos más locales.

Solo de esta manera saldrás de la burbuja turística que envuelve a todos los destinos. Solo así descubrirás una versión más auténtica, sentirás el palpitar de la vida local, tendrás encuentros más genuinos con las personas del lugar, y puede que encuentres alguna joya oculta que todavía no aparece en las guías de viaje.

Recuerda, el verdadero encanto de viajar se encuentra en la exploración y en las sorpresas que aguardan más allá de la ruta preestablecida.

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