¿Eres demasiado viejo para ser mochilero?
Ser mochilero a cualquier edad es posible siempre y cuando tu mentalidad y estado físico te permita disfrutar de este tipo de viaje.
Mochilear es más duro de lo que parece.
Por eso antes de lanzarte con la mochila deberías evaluar tus preferencias y necesidades de viaje con el fin de elegir el destino y tipo de aventura más apta.
Además, hay pequeños patrones, manías o comportamientos que son comunes en los mochileros más veteranos.
Esta lista te permitirá autoevaluarse y decidir si eres demasiado viejo para ser mochilero.
1. Lo has visto todo y nada te emociona
Llega un momento que una cascada no es más que una cascada y su belleza ya no te emociona. Las has visto más altas, más verdes y más ruidosas.
¡Me alegro por ti!
Pero no hace falta aguar la experiencia de otros que empiezan a dar sus primeros pasos por el mundo.
Ser mochilero implica saber disfrutar de esos picos emocionales que experimentamos casi a diario al descubrir nuevos olores, tactos, sabores, etc.
Si ya no es tu caso puede que mochilear ya no sea para ti.
2. Hablas del pasado más que del presente
Cuando tú visitaste Machu Picchu por primera vez aún se podía acampar y hacer hogueras entre las ruinas.
Ya no es lo que era. ¡No merece la pena!
A veces no te puedes explicar como estos jovencitos pueden disfrutar de su aventura. No tienen mapas, ni brújulas, y ni siquiera saben que es un cheque de viaje.
Para bien o para mal los tiempos han cambiado. Nadie lo discute. Lo importante es dejar que cada uno disfrute de su presente.
Incluido tú.
3. El mundo digital te resulta complicado
Hoy en día todo funciona a través de aplicaciones y dispositivos electrónicos. Los utilizamos para pagar, para reservar hoteles, buscar direcciones, etc.
Al llegar al aeropuerto lo primero que hacemos es buscar una tienda donde comprar la tarjeta SIM o conectar la eSIM.
El estar en pañales en el mundo digital no te hace demasiado viejo para ser mochilero, pero necesitas voluntad de aprender.
Manejarse con soltura en el mundo digital facilitará la dinámica de tu viaje.
4. Prefieres no sentarte con el grupo de mochileros
Mochilear no solo es visitar monumentos, experimentar culturas o estar de vacaciones.
También es conocer otros aventureros con los que compartir anécdotas, veladas y risas.
Si cuando llegas al albergue prefieres ir a tu habitación, antes que socializarte con esos chavales, puede que sea hora de reevaluar tu estilo de viaje.
5. Ves peligro por todas partes
Tu instinto protector te hace tratar a otros mochileros como a críos de parvulos.
” Ten cuidado que te vas a caer”
“Ten cuidado que lo vas a romper”
En otras palabras, tus debilidades y miedos se convierten en los de todos.
Algunos te verán como un compañero de viaje bastante pesado, y otros como un abuelo protector que está fuera de lugar.
6. Cuando todo te molesta
Ser mochilero requiere cierta manga ancha.
Vivir y dejar vivir.
Siempre hay un protestón al que le molesta la música de la furgoneta. Siempre hay alguien que clama por el toque de queda en el albergue. O que monta un lio, porque en un chiringuito del lago Titicaca, sirven la Coca Cola sin casi burbujas.
¿Eres tú?
De acuerdo, el respeto mutuo y la tolerancia, ante todo. Pero recuerda que mantener una actitud abierta y comprensiva puede contribuir en gran medida a una convivencia armoniosa y agradable para todos.
No seas el viejo gruñón.
7. Tienes dificultades físicas
Ser mochilero es agotador.
Cada uno tiene su ritmo, pero disfrutar al máximo de la aventura suele implicar caminar largas distancias, cargar mochilas y participar en actividades físicamente demandantes.
Es como meternos dentro de una lavadora y darle al botón de centrifugado.
Pasar quince horas apretado en una furgoneta, levantarte de madrugada para ver amaneceres, escalar volcanes, dar caminatas por la jungla, recorrer mercados o visitar monumentos hasta que cae el sol.
¿Te suena esto de algo?
Si tienes problemas de movilidad o salud que te impiden disfrutar plenamente de estas actividades, puede que sea momento de reconsiderar tu estilo de viaje.
8. Cuando roncas más que nadie
Peter era un viejecillo inglés encantador al que los amigos solo le duraban un día.
¿Por qué crees tú?
Dormía como un lirón y roncaba más que nadie.
La gente le odiaba, la gente le evitaba. Nadie quería viajar con él, y mucho menos compartir dormitorio.
Puede que no fuese hora de dejar de ser mochilero, pero sin duda debería considerar pagar por habitaciones privadas.
9. Prefieres viajar con comodidad y servicios incluidos
Libertad y la espontaneidad son valores que caracterizan al mochilero.
Sin embargo, al igual que avanzamos de edad, es posible que nuestras prioridades y preferencias de viaje también maduren.
Buscamos un equilibrio entre la emoción de la aventura y el confort de un viaje planificado, sin dolores de cabeza o imprevistos, pero sin sacrificar el espíritu de exploración.
Todo es respetable. Después de todo, ¿a quién le amarga un dulce?
Al final, lo importante es viajar de una manera que nos haga felices y nos permita disfrutar al máximo de cada experiencia, ya sea con una mochila al hombro o con todas las comodidades a nuestro alcance.
10. Cuando temes por tu seguridad
Sentirse vulnerable puede tener consecuencias negativas en nuestros viajes.
Los depredadores siempre atacan a la gacela más indefensa.
En alguna ocasión, he presenciado robos a gente mayor con bastón.
En estos casos es crucial tomar medidas para salvaguardar nuestra seguridad mientras disfrutamos del viaje. Puedes buscar compañeros de viaje, buscar la protección de tours organizadas.
También puedes usar dispositivos de seguridad personal como alarmas o rastreadores GPS para tus pertenencias.
Consejos de seguridad para mochileros
11. Necesitas muchos días de descanso
Si sales de fiesta por la noche, necesitas dos días de descanso para recuperarte.
Si pasas un día caminando por la ciudad, necesitas tres días junto a la piscina del hotel y una visita al fisio para poder volver a hacerlo.
Las experiencias te agotan más de lo que te llenan.
Cuando cada paso se convierte en un desafío más que una aventura, quizás es hora de reconsiderar tu manera de viajar, de encontrar un equilibrio que te permita disfrutar plenamente de tus experiencias sin sacrificar demasiado en tiempo de recuperación.
12. Te avergüenzas de tu edad
A veces tus compañeros de dormitorio nacieron cuando tuviste la crisis de los cuarenta.
Nadie sabe lo que es un walkman o un video VHS.
Te sientes fuera de lugar y prefieres aislarte del mundo.
Recuerda que la edad solo es un número. No busques diferencias sino puntos en común. Mi experiencia me ha enseñado que en los ambientes mochileros no se rechaza a nadie por su edad sino por su actitud.
Aprende a conectar con otras generaciones, ríete con los videos de Tik Tok o échate una partida al Fornite en la consola del albergue.
10 beneficios de viajar en la madurez
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