En un mundo donde la velocidad y la comodidad priman en el viaje, los mochileros siguen explorando el mundo de una manera minimalista e interactiva.
En sus viajes eligen cargar la mochila a la espalda, viajar de manera económica y aventurarse por los caminos menos transitados. Pero, ¿qué buscan los mochileros con este tipo de viaje tan nómada como el viento y antiguo como el sol?
Los mochileros buscan sumergirse en la cultura local, abrazar la diversidad y la aventura. Sentirle el pulso a cada destino. Conocer a los locales, probar su gastronomía, admirar paisajes y visitar lugares ancestrales. No se trata de acumular destinos sino de atesorar experiencias enriquecedoras para toda la vida.
En este artículo nos adentraremos en el corazón de los mochileros y descubriremos que buscan cada vez que se lanzan a la carretera.
Conexión cultural
Forjar conexiones profundas con cada destino es tan solo posible cuando vemos el mundo desde la primera fila.
Cuando interactuamos con sus gentes, aprendemos sobre sus costumbres y tradiciones, intentamos hablar su idioma, y experimentamos la vida cotidiana en su estado más puro.
Mi amigo Damien es irlandés y durante sus seis meses en el Sudeste de Asia utilizó muy pocos albergues. Buscaba una experiencia local y se alojaba en casas de locales. Es un tipo simpático, un mochilero curtido, pero su mayor cualidad es el interés que muestra por la gente y cultura local. Basta decir que cuando acabó su viaje, había apadrinado cuatro niños e invertido en tres negocios locales.
No todos los mochileros llegan a estos niveles de conexión, a veces por falta de tiempo, y otras por ser incapaces de superar el choque cultural o simplemente por falta de ocasiones propicias.
Sea como sea recuerda que la conexión cultural, basada en la empatía y respeto mutuo, ampliará tu viaje hacia otros horizontes que van más allá de las fronteras geográficas.
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Experiencias únicas
Todos buscamos vivir experiencias únicas en nuestros viajes, momentos especiales donde se concentra la esencia del viajar. Hablamos de tomarse un chocolate caliente junto a un volcán activo al amanecer, de perdernos en las calles de un zoco milenario, de explorar monumentos engullidos por la jungla, o de entablar amistad con un monje budista que posee el secreto de la felicidad.
La lista sería muy extensa, y para cada uno puede ser algo distinto, pero lo cierto es que estas experiencias enriquecen nuestra vida de manera que ningún objeto material puede igualar.
Son recuerdos imborrables que nunca se oxidan o pierden color.
Momentos que nos conectan con el espíritu aventurero que llevamos dentro. Ese que se esconde en lo más profundo de nuestro corazón y que nunca deja de buscar nuevas emociones.
Itinerarios flexibles
A diferencia de otro tipo de viajeros más rígidos, los mochileros buscan flexibilidad en sus rutas. Tomamos decisiones sobre la marcha, evitando así ser esclavos de un itinerario comercial o vivir una aventura ya escrita de antemano. Cualquier conversación puede dar lugar a un giro de 180 grados que nos lleve a un destino con el que no contábamos.
En una ocasión me dirigía directo a Kuala Lumpur, la ciudad de los rascacielos y los centros comerciales. Sin embargo, tras una conversación con una pareja de australianos, terminé en la jungla de Sumatra, viendo orangutanes salvajes.
La posibilidad de estos cambios espontáneos es lo que convierte a los mochileros en viajeros de mente abierta, y con la capacidad de adaptarse a las oportunidades que surgen durante la ruta, ya sea para conocer nuevos compañeros de aventura, o para perdernos en medio de Sumatra.
Espíritu de comunidad
Cientos de mochileros se lanzan a la aventura en solitario cada año.
No buscan la soledad sino todo lo contrario.
Saben que ya sea en el dormitorio del albergue, en un restaurante de Nueva Delhi, o en un templo en la cima de una montaña, encontrarán otras almas viajeras con las que compartir un tramo del recorrido o una samosa.
Compartir consejos, historias o experiencias con otros mochileros es una parte fundamental de esta comunidad sin fronteras.
Y en muchos ocasiones recordarás el grupo de mochileros con el que visitaste Machu Picchu tanto como las ruinas del imperio inca. No dejes pasar la oportunidad de conocer otros viajeros, recuerda que las amistades que obtienes en el camino son tan valiosas como los lugares que visitas.
Además, puede que estas amistades perduren mucho después de que el viaje haya concluido.
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Cumplir un sueño
Que levante la mano el que nunca haya soñado con destinos lejanos en el otro lado del mapa, parajes naturales donde se esconde el mítico yeti, junglas por encimas de las nubes, o tierras donde dicen que el mundo se acaba.
No son tan solo lugares para visitar sino sueños que buscamos realizar.
El sino de los mochileros es cumplir sueños.
Tan pronto cumplimos uno, otro toma su lugar. Un círculo vicioso que nos mantiene en la carretera viaje tras viaje. Los mochileros no contamos sellos en el pasaporte sino sueños cumplidos, y cada página en blanco en el pasaporte es otro sueño por organizar.
Crecimiento personal
Durante los procesos de reclutamiento, muchas empresas buscan y valoran positivamente que los estudiantes hayan tenido experiencias mochileras.
Entienden que viajar no solo amplía los horizontes, sino que también moldea nuestra personalidad. Saben que esos aspirantes se han enfrentado a un sinfín de escenarios, como manejar un presupuesto, interactuar con otras nacionalidades, religiones y culturas, lidiar con momentos de tensión, superar miedos; y cómo no, experimentar libertad absoluta.
Un torbellino de emociones y circunstancias que, martillazo a martillazo, forjan el carácter del viajero. Llamémosle “carácter mochilero”, o “acero mochilero” para afilar mejor la metáfora.
Historias para recrear, contar y recordar
Somos hijos de nuestro tiempo, de nuestras circunstancias y de las historias que hemos escuchado.
Por eso los mochileros buscan historias que recrear, aventuras para contar y momentos para recordar. Cuentos que nadie creerá en el futuro y con los que desempolvar el ego del viajero:
¿Cómo es posible que se pudiera acampar entre las ruinas de Machu Picchu?,
¿Cómo podías guiarte sin GPS o hacer reservas sin internet?
Anécdotas que con el tiempo dejan de tener importancia en nuestra vida, pero que siempre dibujaran una sonrisa en la boca. Sin embargo, has de saber que solo un mochilero quiere escuchar a otro mochilero. Y así expresaba su frustración Michael Palin después de haber dado la vuelta al mundo en 80 días.
Quiero decírselo al mundo. ¡Acabo de volver de Venecia, Atenas, Cairo, Bombay, Hong Kong, Shanghai!, ¡He navegado el canal de Corinto!, ¡Cruzado el Yangtsé y el Misisipi! Por favor déjame que te lo cuente. ¿O es que los circunnavegadores sólo son interesantes para otros circunnavegadores?
Sir Michael Palin
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Escapar de la rutina
A veces necesitamos un descanso en la vida, desintoxicarnos de la rutina, o simplemente recargar las pilas. Irse de vacaciones dos semanas a Torrevieja ayuda, pero en los casos más extremos se necesitan varios meses de mochilear por el mundo para purificar el organismo y desconectar de nuestros entorno habitual.
Los mochileros lo saben y por eso extienden sus viajes tanto como el presupuesto estire.
Todas nuestras posesiones caben en una mochila, cada día es diferente, cada destino tan interesante como el anterior.
Y así, entre atardeceres cobrizos y amaneceres idílicos, los problemas y la rutina se difuminan de nuestra vida.
Puede que cuando vuelvas a casa, tu rutina, tus problemas y tu vida anterior sigan allí esperando como nubarrones en el horizonte, pero sin duda tu perspectiva habra cambiado y sabrás qué rumbo tomar.
¿Cómo es la vida de los mochileros?
Destinos asequibles
Cada día hay menos destinos asequibles.
La globalización ha avanzado como una mancha negra en el océano que contamina la esencia de los lugares, la idiosincrasia que nos resultaba tan peculiar y atractiva. Y donde antes te tomabas un chai en una silla de plástico, ahora han puesto los sofás de Starbucks. Hay viajeros que prefieren sentirse en casa estén donde estén, pero es sin duda más caro.
A diferencia de otros viajeros, los mochileros viajan con más tiempo que dinero.
Manejan un presupuesto que dictamina los días que durará la aventura. Somos esclavos de una fórmula intransigente que nunca perdona: Días de viaje= Presupuesto total / Presupuesto diario.
Por eso los mochileros son la punta de flecha que busca “paraísos” a buen precio donde las zarpas del turismo comercial aún no han llegado.
Esta búsqueda es posible gracias a la dureza viajera (o juventud imparable) de los mochileros que se meten interminables horas de viaje entre pecho y espalda para llegar a los lugares más recónditos. Lugares de los que todavía no se habla en las guías de viaje, donde los aeropuertos no tienen terminal, y de los que tan solo oirás hablar durante alguna velada mochilera.
Lugares Genuinos y Experiencias Auténticas
En su búsqueda de experiencias auténticas, los mochileros buscamos lugares donde la naturaleza mantiene su soberbia, culturas milenarias impermeables a la globalización, gentes que entablan conversación movidas por curiosidad verdadera, y junglas o cordilleras donde dejar las primeras huellas.
Estos lugares son tan difíciles de encontrar como un diamante en bruto. Por eso, a veces recorrer las rutas más pateadas del sudeste de Asia o Latinoamérica son suficientes para calmar el hambre de aventura.
¿Qué le vamos a hacer?
No todos podemos ser dignos herederos de Livingstone o Speke.